A lo mio

A veces, pequeñas cosas para algunos son mundos para mí. Ir a la oficina de correos a enviar algo a la familia, descubrir nuevas aplicaciones en el ordenador, o ser capaz de conectar la Nintendo DS al servidor Wi-fi hace de mis monótonos días algo nuevo. Busco por la ciudad nuevos rincones, bares o tiendas que me devuelva la sensación del descubrimiento, de la emoción efímera de la novedad. Intento en ese justo instante buscar razones y argumentos de lo que me pasa, pero es como una pompa de jabón.

Hoy juega la selección española y ya se que parte de la tarde la tendré ocupada con ese, a priori, aburrido e insulso acontecimiento. Pero al menos se que por unas horas estaré ocupado, aunque solo sea mirar la tele, ya para mi es algo especial.

Los camioneros cortan las calles, el gasoil por las nubes. El domingo puse 40 euros en el depósito vacío del coche, y no llego ni a la mitad, cuando hace unos 3 meses, con 48 euros lo llenaba hasta las trancas. Para colmo, noto un cansancio general, que incluso me hace parar en mi sesión diaria de footing. De 40 minutos diarios hace una semana, a 20 y termino tirado en el suelo babeando como un caracol ( mis babas serán reparadoras?). Para rizar el rizo, me pese el sábado, como siempre, y he engordado 800 gramos en una semana. A mí que los camioneros, los taxistas, los pescadores y los mamporreros de Ribadesella se pongan en huelga, me importa un bledo. Yo voy para abajo en lo físico, en lo psíquico y en lo laboral ni te cuento.

Y para terminar de joderse del todo, sale una nueva normativa, aun en fase de votación, por parte de los eurodiputados, de poner la jornada laboral de 65 horas semanales. Viva la esclavitud, viva la vuelta al siglo 19 y que vivan los sindicalistas, aun mejor de lo que viven.