Stendhal

Ya ha pasado ese día de la semana tan odiado y repulsivo para mí, y estamos de nuevo en la ciudad en movimiento, con las tiendas abiertas y la gente paseando. He vuelto de mi ejercicio, desayune mis cinco galletas, envié mi currículo a una empresa de maquinas expendedoras y ahora, me dedicare a mi otro “empleo”.

En el año y poco que llevo aquí, he podido conocer lugares que me han tocado la fibra sensible. Sitios donde la emoción se contenía en cada respiración y me paraba en el tiempo. Me transportaba a otras dimensiones y llegaba a olvidar donde estaba.

Pues resulta que lo mío tiene nombre, y se estudia y todo. Se llama Síndrome de Stendhal. Según la definición técnica, se trata de una enfermedad psicosomática que causa un elevado ritmo cardiaco, vértigo, confusión y en algunos casos alucinaciones cuando el individuo, o sea YO, se ve expuesto a una “sobredosis” de belleza artística.

Los estudiosos son la pera. Va a resultar que lo que yo creía que era un leve mareo, o un éxtasis visual, era en toda regla una patología con todos sus síntomas.

Curiosamente no me da en una Catedral como la de Palma, ni en el ayuntamiento ni en su plaza mayor. Me suele pasar en calles, en balcones con sus geranios, en barcos amarrados junto a casas con sus porches de puertas y ventanas azules, a puestas de Sol, a jardines de rosas, a murallas de piedra ostionera, a terrazas, a colores y sonidos.

Pues lo que decía, cada semana intento perderme por esos lugares y recargarme de esa magia. A veces me recuerdan Cádiz, y es como viajar sin moverme de aquí. El día que Mercadona saque un Ambientador con olor a “Pescadito Frito”, o una colonia con aroma a “claveles” me lo comprare y volveré a hacer la prueba definitiva.

Por cierto, y sin que esto tenga nada que ver….El Cádiz CF. ha descendido a 2ªB, totalmente merecido. Desde que me vine, y deje de ser socio, su trayectoria es descendente. ¿Casualidades?