Nada

miércoles

La caja era de madera, del tamaño de un sobre. Pintada en tonos verdes y unos grabados arabescos en los bordes le daban cierto aire misterioso. Misterio y secreto. Ella la apretaba contra su pecho, abarcando con sus manos a modo de cerrojo, de cadena, de lazo que impide que los vientos se escapen de su caja. Nerviosa cruzaba la habitación de lado a lado, se asomaba a la ventana y dirigía una mirada suspirada a su tesoro, que parecía tener vida con cada latido de su corazón.

Sentada al borde de la cama, sintió la necesidad de volver a mirar dentro, quería sentir de nuevo su victoria. Los ojos se abrían intentando traspasar la madera, y lentamente levanto la tapa. El interior, de terciopelo rojo, no dejaba lugar a la duda de que aun permanecía dentro su vida, su ilusión y sus sueños.

Alargo sus dedos y como una pinza de cirujano, saco el papel de su interior. Dejo la caja en sus rodillas, lenta y pausada, fue desdoblando el trozo de hoja , cada movimiento un latido . La luz volvió a su rostro, respiro hondo, y la sonrisa dibujo estrellas y soles. Con la misma parsimonia, guardo el papel dentro y rápidamente se asomo a la ventana….

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