Anclado en mi rutina diaria, los domingos suponen para mí un calvario difícil de superar. Es como si el mundo te obligara a hacer cosas "especiales”. O te vas de excursión, levantándote temprano, o a la playa, o a pasear, o a visitar sitios atestados de gente que pensó como tu. Comes en restaurantes donde el menú ha sido incrementado en más de un 40% de su precio habitual. Vas al cine, y te tragas la película que sea, por el simple hecho de que "Hay que ir al cine el domingo". Te pones ropa de estreno, porque si, aunque solo bajes a comprar el periódico. Es el día que hay que visitar a la abuela, a la madre o la familia que nunca se acuerda de ti. Es el día de las horrendas comuniones, los abominables bautizos y las espeluznantes bodas. Es el día de

Es común escuchar a las personas lamentarse sobre la depresión que sufren los domingos, y hasta existen estadísticas que corroboran esta afirmación. El problema del domingo es que nos obliga a reflexionar sobre nuestras constantes contradicciones. Pensar una cosa, decir otra y hacer otra totalmente diferente.
Aunque pensar en los problemas no es lo más recomendable, es lo que hacemos por lo general, en lugar de aprender a vivir con los problemas y a resolver las cosas cuando suceden. El domingo puede llegar a ser el día perfecto para empezar algo nuevo y deberíamos atrevernos a vivirlo sin miedo a la soledad.
1 Cosas que quiero decirte.:
pues... ayer vivi un domingo espectacular, para "mini", un día que nunca olvidará, uno de los mejores días de su vida..., no se si hice lo de todos, lo diferente... pero domingo, lunes o jueves... lo hice con amor... y resultó.
Un abrazoso
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